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La herencia de la sabiduría de Egipto

Construido en un lugar privilegiado en una elevación del Nilo, el Templo de Edfu , dedicado a Horus, ha logrado escapar una y otra vez de la furia de la naturaleza y el fanatismo humano.

Ni las inundaciones del Nilo, ni la ira de los primeros cristianos en Egipto han logrado borrar este templo de la historia, e incluso ha llegado hasta nuestros días como el templo mejor conservado del mundo.

Esto fue posible, en parte, por su tardía construcción ya que se inició hace tan solo 2700 años y por la acción protectora del desierto: un manto de 12 metros de arena protegió el templo durante casi dos milenios, hasta que fue desenterrado en 1860.

La leyenda de Horus

Si por algo destaca Egipto, es por los mitos y leyendas que en ocasiones se diluyen con la historia, para devolvernos un Egipto enigmático y misterioso.

Así, el templo de Edfu se erigió en honor al dios del sol Horus, considerado el iniciador de la civilización egipcia. Se le atribuía el poder sobre la realeza desde el cielo y se asociaba con la guerra y la caza.

Y Edfu, según la leyenda, fue testigo de la impresionante batalla entre Horus y su tío Seth...la cual ganó Horus situando el lugar en el mapa como «El lugar del castigo», ya que allí a oase llevaban a los enemigos de Horus para castigarlos bajo sus órdenes.

Templo de Horus, donde se cruzan los caminos de Egipto y el cristianismo

Los muros del templo conservan ricas inscripciones y grabados que aportan una valiosa información sobre la mitología, la religión y la forma de vida en el Antiguo Egipto.

Unos muros que hoy muestran un curioso grabado -y que representa el cruce de caminos entre la religión egipcia y la cristiana-...se trata de nada más y nada menos que de un pez: símbolo del cristianismo. Y representación de la transición del culto de Horus hacia un nuevo dios del sol: Jesucristo.

Un paseo milenario

Recorrer el templo de Horus supone entrar en contacto con el eco de la historia que cuenta cada una de sus piedras. Su ambiente sombrío y frío en contraste con la volcánica arena exterior, supone un alivio –y un estremecimiento- para el viajero que, hipnotizado, se deja llevar por su alma exploradora para adentrarse en un capítulo de la historia, que, en parte, permanece escondido para siempre. Y ese es precisamente el atractivo de Egipto.

Pero no solo eso, el templo de Horus se encuentra en Edfu, una provincia donde los artistas alfareros conviven con la vida moderna que poco a poco se cuela en el lugar. Además de la tradición de la cerámica, el azúcar es otro importante sector, y se trabaja de diversas maneras.

Porque en tu visita al Templo de Horus, también podrás maravillarte con los contrastes del país y lo que es igual de magnético que sus pirámides-su gente.

Tradición, folclore y enigma- así es Egipto. Un país que espera ser descubierto por ti.

Y si quieres seguir explorando Egipto, te recomendamos nuestra guia de viajes a Egipto.

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