Dublín, Londonderry, Edimburgo, Glasgow… Cada una de ellas tiene un ambiente especial, genuino, fruto de una historia apasionante – a veces difícil – que podemos palpar al recorrer, por ejemplo, las calles medievales de Edimburgo, la gran área georgiana de Dublín o los vestigios de una Glasgow protagonista de la Revolución Industrial. Pero, además de su arquitectura, callejeando por las ciudades irlandesas y escocesas, vamos a encontrar adornos florales, comercios coloridos y la gran estrella de las Islas Británicas: los pubs. Una de las principales atracciones, y no sin motivo, porque estos cálidos locales son cada tarde el lugar de reunión entre amigos, parejas, compañeros de trabajo y familias, para disfrutar de las riquísimas cervezas locales, platos sencillos pero abundantes y la música…Nuestra gran compañera en estas tierras, ¡siempre hay música en directo en todas partes!.
Por supuesto, cada una de estas ciudades tiene sus propios lugares icónicos, como la Catedral de San Patricio de Dublín, no solo una impresionante catedral gótica dedicada al patrón de Irlanda sino también un auténtico museo de su cultura y su historia; o el Trinity College, una imponente universidad fundada en el siglo XVI en la que se encuentra una de las bibliotecas más espectaculares del mundo, además de una colección de manuscritos altomedievales iluminados cuya joya es el Libro de Kells, que da nombre a la exposición. Otro ejemplo, desde luego, sería la Guinness Storehouse, un museo muy divertido e interactivo dedicado a esta célebre cerveza negra irlandesa y todo el universo que la rodea.
En el caso de Edimburgo, es bien conocida su Milla Real, una preciosa calle medieval que une el magnífico Palacio de Holyrood, residencia oficial de la monarquía británica, con el Castillo de Edimburgo, que domina la capital escocesa, y cuya majestuosa arquitectura, decoración de sus salas e importancia en la historia de la nación lo ha llevado a convertirse, merecidamente, en el monumento más visitado de Escocia.
Pero al descubrir Irlanda y Escocia, no solo debemos pensar en su parte urbana sino también en su parte más rural, como sus pequeños pueblos de pescadores, sus granjas tradicionales y su espectacular paisaje natural: la costa occidental irlandesa, con sus acantilados de basalto, sus playas de arena, sus extensos prados y ríos oscuros, o las Tierras Altas escocesas, donde nos rodean bosques exuberantes, viejas montañas y un sinfín de valles y lagos de origen glaciar… ¡Como el mismísimo lago Ness! En él reside la criatura más famosa de Escocia y surcándolo en un agradable paseo en barco podemos contemplar la naturaleza sobrecogedora que nos rodea y visitar, una vez finalizado el trayecto, las ruinas del Castillo de Urquhart. No es de extrañar que estos paisajes místicos y primitivos hayan originado miles de leyendas o que se hayan convertido en lugar de inspiración para grandes escritores como Oscar Wilde o Walter Scott.
En definitiva, Irlanda y Escocia son destinos dignos de descubrir, conocer su apasionante cultura, disfrutar de su extraordinaria naturaleza y ser recibidos con Céad mile fáilte!.