Viaje a Vietnam: Circuito Gran Tour de Indochina

Día 1: España - Luang Prabang. Comienza el sueño de Indochina

Una vez cerrada la maleta y con todas las cosas necesarias a punto, el camino al aeropuerto se hace más largo que de costumbre por las ganas de que comience la experiencia de conocer Indochina de primera mano.

Con un viaje tan apasionante llamando ya a la puerta, toda preparación parece poca para disfrutar al máximo de todo lo que hay que ver, por lo que el viaje en avión será un buen momento para repasar toda la información recogida sobre uno de los destinos más míticos, Indochina.

Sí, ya no existe más que como una forma de mencionar a las antiguas colonias francesas en la zona, pero es inevitable trasladarse mentalmente a las bellas escenas de la película protagonizada por Catherine Deneuve.

Día 2: Luang Prabang. Los templos de Laos

La primera tarde en el país servirá para entender por qué se conoce a Luang Prabang como ‘la ciudad de los mil templos’. Comenzaremos por Wat Visoun, el más antiguo de la localidad, del siglo XV, si bien tuvo que ser reconstruido a finales del XIX tras un incendio provocado por los rebeldes Black Haw conservando varias piezas originales, aunque se decidió cambiar la madera original por ladrillos y estuco. Este templo es también conocido como That Makmo, que podría traducirse como ‘estupa sandía’, por la cúpula en forma de sandía que corona el edificio.

Y finalmente visitaremos Wat Xieng Thong, del siglo XVI y conocido también como el Templo de la Ciudad Dorada por su fachada dorada, con su largo tejado que prácticamente toca el suelo como si quisiera proteger toda la belleza que se encuentra a sus pies. Después llega el momento de disfrutar de las vistas de Luang Prabang desde la colina Phousi, que domina la ciudad y sus alrededores, un lugar perfecto para ver la puesta de sol con el río Mekong a los pies. Una rica cena y a descansar.

Día 3: Luang Prabang. Un ritual puramente laosiano

En un país en el que el budismo ha penetrado con especial intensidad, conocer uno de sus rituales más cotidianos, el Tak Bat, es fundamental para entender el día a día de Laos. Con más de 500 años de antigüedad, esta ceremonia consiste en una ofrenda de arroz ya cocido por parte de la población a los monjes budistas, de manera que estos no tengan que preocuparse de su sustento y puedan centrarse en sus oraciones y estudios.

El Museo del Palacio Real, la siguiente parada, es un conjunto de edificios heredados de su pasado colonial francés que incluye el Palacio Real construido en ladrillo y madera de teca en 1904 como hogar de la familia real -hoy museo nacional-, un teatro y un bonito templo, el Haw Pha Bang, terminado de construir en 2006. Para acceder al Palacio Real hay algunas normas de obligado cumplimiento: no se pueden hacer fotos o vídeos, no se puede acceder con pantalones o falda corta, no se puede entrar con grandes mochilas y es necesario entrar sin zapatos, aunque sí se permite ir en calcetines.

El viaje continúa con un pequeño crucero en un barco tradicional para ir aguas arriba del río Mekong y visitar las cuevas sagradas de Buda, Tham Ting y Tham Phoum, que albergan cientos de pequeñas estatuas de Buda que han sido donadas por los fieles. De camino a estas cuevas se realiza una parada en el pequeño pueblo de Thin Hong para entrar en contacto directo con la vida local, así como con una pequeña parte de su pasado no muy conocida. Se trata de una bomba estadounidense que los lugareños encontraron en el lugar hace decenios y que forma parte de los 260 millones de bombas que cayeron sobre Laos durante la Guerra de Vietnam entre 1965 y 1973. Actualmente la cubierta de esta bomba, que no explotó, sirve como campana en el colegio del pueblo.

De regreso a Luang Prabang se realizará una parada en Ban Xang Khong, un pueblo en el que se produce una forma única de papel que se elabora de forma totalmente artesana con la corteza del árbol de la morera, el papel saa. Al llegar a Luang Prabang se realizará una visita al mercado de la etnia H’mong, de origen chino y a la que también se puede conocer en los circuitos por Vietnam.

Día 4: Luang Prabang - Hanói. Maravillas naturales antes de llegar a Hanói

La naturaleza se vuelve imponente en la penúltima visita del viaje en Laos, en el que también se visitará un pueblo local en el que viven personas de las etnias H’mong y Khmu. Las cataratas Kuang Si permiten al agua ir cayendo en varios niveles, siendo los superiores los más impresionantes, ya que el agua puede hacer caídas de hasta 60 metros de altura. En el recinto se puede contemplar también un centro de rescate y recuperación de osos donde contemplar algunos ejemplares de estos bellos animales. Después del almuerzo partiremos hacia al aeropuerto con destino a la siguiente etapa del viaje: la amable Hanói.

La hora de trayecto entre el aeropuerto y el hotel en Hanói permite empezar a saborear la esencia de un país en el que conviven la historia propia y los vestigios de su pasada relación con China y Francia. Es también el momento de empezar a probar alguna de las especialidades de un país en el que la gastronomía no es un elemento más sino un destino en sí misma.

Día 5: Hanói. Hanói en todo su esplendor.

Este día realizaremos juntos un tour por Hanói para conocer lo más destacado de una ciudad marcada por la influencia francesa, con avenidas arboladas llenas de ejemplos de arquitectura colonial gala a las que se suman lagos apacibles y numerosos templos orientales.

La visita incluye el mausoleo y la casa del personaje más conocido del país, Ho Chi Minh (político, poeta y militar, y la figura fundamental en la fundación de la República de Vietnam), así como el Palacio del Gobernador, la Pagoda del Pilar Único y el Templo de la Literatura, sede de la primera universidad del país fundada en el año 1070.

Después de reponer fuerzas con el almuerzo será momento de saborear la zona más típica de Hanói, el Barrio Antiguo, recorriendo sus 36 calles y dejándose seducir por el gran número de comercios que pueblan este área, así como por el exquisito café vietnamita, fuerte pero muy aromático.

Día 6: Hanói - Halong. Descubriendo una maravilla natural.

De la ciudad al campo. Dejar Hanói atrás es una lástima, pero si la recompensa es un lugar mágico como la bahía de Halong, merece la pena. Tras recorrer las ricas tierras agrícolas del delta del Río Rojo, con sus campos de arroz y los búfalos de agua pastando en ellos, llega el momento de pasar al mar en un ‘junco’, un velero tradicional de madera con el que realizar una navegación silenciosa y disfrutar al máximo de una de las consideradas como Siete Maravillas Naturales del Mundo.

Las caprichosas formas de las enormes rocas que emergen del agua recuerdan a una tortuga, un perro, la cabeza de un hombre… Pasar a su lado es toda una experiencia. Su origen tiene una explicación puramente geológica, pero es mucho mejor conocer su leyenda: cansado de las invasiones externas, el emperador de Jade pidió ayuda a una familia de dragones, que escupieron rocas de jade para formar una barrera protectora.

Con el tiempo, las joyas se convirtieron en piedras y los dragones decidieron quedarse a vivir en la bahía de Halong. Pasar allí la noche seguro que ofrece momentos memorables.

Día 7: Halong - Hanói - Danang - Hoi An. Disfruta de la serenidad asiática

Madrugar tiene muchas ventajas y una de ellas es poder participar nada más levantarse en una demostración de Tai Chi en el puente superior. Practicar este relajante arte marcial es algo muy habitual en este y otros países asiáticos para conseguir equilibrar cuerpo y mente. Y mientras tanto, continúa la visita a las formaciones rocosas de la Bahía de Halong, pero sólo a unas pocas, ya que sería imposible conocer las más de 1.600 que pueblan esta zona.

El viaje de regreso a Hanói seguro que es silencioso, con todos los pasajeros intentando asimilar la belleza que han disfrutado en Halong. Los campos volverán a ser protagonistas de este trayecto, que terminará en el aeropuerto para trasladarse hasta Danang y de ahí iniciar una nueva etapa de este fascinante viaje: Hoi An.

Día 8: Hoi An. La joya tranquila

Las influencias chinas, japonesas y francesas se dejan sentir vivamente en Hoi An, que conserva la calma propia de sus años de esplendor entre los siglos XV y XIX. Y ello es posible porque la Guerra de Vietnam no causó casi daños en esta localidad, así como porque las autoridades han cuidado de que no se alteren sus edificios más tradicionales y de que no se pueda circular en coche por el centro.

Hogares tradicionales de los comerciantes, un puente japonés de 400 años de antigüedad, el templo chino de Phuc Kien, la casa tradicional Tan Ky y un taller de seda, son algunos de los lugares más recomendables de Hoi An.

Durante el almuerzo se puede decidir cómo pasar una tarde libre. La playa de Cua Dai es el lugar perfecto para trasladarse de pronto a una típica postal caribeña, con una blanca arena bañada por el mar turquesa; aunque los amantes de las compras seguramente intentarán hacerse un traje a medida en una de las numerosísimas sastrerías que pueblan las calles de Hoi An para poder tenerlo en menos de 24 horas. ¡Dos opciones más que apetecibles!

Día 9: Hoi An - Da Nang - Hue. Hue, recuerdos de varias épocas.

El traslado de Hoi An a Hue es un viaje en sí mismo. El sinuoso paso de Hai Van, que significa ‘océano de nubes’, permite una vista hacia el mar sin igual. Y la playa de Lang Co es un auténtico espectáculo natural de lenguas de arena rodeadas del inmenso azul del mar y el intenso verde de la exuberante vegetación. En el camino paramos en Danang para conocer detalles sobre la etnia Cham (una de las 54 que se pueden encontrar en Vietnam y que sigue el Islam y el Brahmanismo) en el museo dedicada a la misma y que recoge cientos de ejemplos en piedra, barro y bronce que datan de entre los siglos VII y XV.

Hue acogerá a los viajeros con una sonrisa. Esta ciudad de unos 400.000 habitantes es una parada obligatoria para conocer el país, ya que acoge las tumbas de los emperadores de la dinastía Nguyen, la última familia imperial vietnamita cuya relevancia se extendió desde 1802 a 1945 y cuyos restos reposan en la Ciudadela Imperial que visitaremos este día. Por cierto, que el apellido Nguyen es llevado por cerca del cuarenta por ciento de la población vietnamita, pero no porque todos desciendan de la misma familia sino porque la mayoría de la población se cambió el apellido al de Nguyen tras la llegada al poder de esta familia.

También podremos asistir al espectáculo cotidiano del mercado de Dong Ba, donde la población local hace sus compras cotidianas, por lo que resulta una experiencia muy interesante de inmersión cultural.

Día 10: Hue - Ho Chi Minh. Paisajes bucólicos de Vietnam

Comienza un día pensado para adentrarse en la historia de Vietnam gracias a un recorrido por el romántico río de los Perfumes, que se realiza en barco por la gran distancia entre los diferentes monumentos que incluye. Entre los lugares de mayor interés está la Pagoda Thien Mu, conocida también como la Dama Celestial. Hoy una de las imágenes típicas de Vietnam, la pagoda comenzó a construirse en 1601 aunque se fueron añadiendo nuevos elementos hasta 1844, cuando se añadió el más destacado, una torre octogonal de 21 metros y siete pisos de alto.

Seguidamente visitaremos la tumba imperial de Tu Duc, un complejo de 12 hectáreas de superficie construido entre 1864 y 1867 en el que conviven 50 construcciones ya sean palacios o pabellones que se unen con armonía al bello entorno natural que los rodea, especialmente la tumba del emperador, que se encuentra en una pequeña isla dentro de un lago.

Un paseo en bicicleta por algunos de los pueblos más auténticos de la zona será la siguiente aventura del viaje, en la que se podrá conocer de cerca la vida rural de los habitantes de la zona y que terminará con un relajante masaje en los pies con hierbas medicinales y un almuerzo con una familia local. Es sin duda un broche de oro antes de tomar el vuelo hacia la ciudad más poblada y vibrante de Vietnam, Ho Chi Minh.

Día 11: Ho Chi Minh - túneles Cu Chi - Ho Chi Minh. Recuerdos de la Guerra de Vietnam

Tras el desayuno en el hotel empieza un recorrido por uno de los capítulos más trágicos de la historia reciente de este país que no puede ser obviado, la Guerra de Vietnam. Empezaremos por los túneles de Cu Chi, para los que conviene ir preparado para avanzar a gatas o en cuclillas por algunos de sus tramos. Se trata de un gran ejemplo del ingenio vietnamita durante la guerra en el que llegaron a vivir unas 10.000 personas que huían de las numerosísimas bombas que cayeron sobre la antigua Saigón durante la guerra.

Pero no datan de esa guerra, sino que empezaron a construirse durante la ocupación francesa del país, aunque fue en la contienda con Estados Unidos cuando se ampliaron y se les dio pleno uso, resultando una herramienta fundamental para la victoria vietnamita en la guerra, ya que permitía a los soldados atacar al enemigo y desaparecer sin dejar rastro.

Por la tarde, y después de saborear diversas especialidades locales como la sopa Pho en el almuerzo, visitaremos el Museo de los Vestigios de la Guerra, una visita interesante aunque dura que no es recomendable hacer con niños dada la dureza de algunas de las fotografías que se muestran. El resto de la visita a esta ciudad toma un cariz mucho más agradable, al visitar la Iglesia de Notre Dame (una muestra clara del pasado colonial francés), la Oficina Central de Correos (construida por Gustave Eiffel, el mismo de la Torre Eiffel de París) y el palacio presidencial.

Finalmente realizaremos un paseo por la calle Cong Kieu, en la que se pueden encontrar numerosas antigüedades y disfrutar de la vida local, así como el mercado Ben Thanh, también conocido como el Mercado de Saigón y el más grande de la ciudad.

Día 12: Ho Chi Minh - Siem Reap. Adiós Vietnam, hola Camboya

La tristeza de dejar un país tan acogedor como Vietnam se disipa durante el desayuno con la idea de trasladarse a Camboya, especialmente a los Templos de Angkor, que ocupan una extensión de cientos de kilómetros cuadrados en la jungla camboyana y que fueron el centro político y religioso del poderoso Imperio khmer.

En concreto, el templo Angkor Wat, uno de los mejor conservados a pesar de haber sido construido en el siglo XII, es conocido como la mayor estructura religiosa jamás construida y como un lugar de belleza sobrecogedora, con esa extraña mezcla entre el gris de la piedra con la que se construyeron sus potentes construcciones y el verde de una naturaleza que se ha abierto paso entre los edificios con el paso del tiempo.

En el primer día ya en Camboya visitaremos Artisans d’Angkor, un centro de ayuda a los jóvenes camboyanos más desfavorecidos mediante la fabricación de artesanías que sirven, a su vez, para mantener vivo el legado artesano del país. También tendremos la oportunidad de conocer uno de los coloridos mercados de Siem Reap.

Día 13: Siem Reap. Angkor: Descubriendo una maravilla del pasado

El día comienza con la visita a este asombroso lugar visitaremos la puerta sur de Angkor Thom, El Templo Bayon, Baksei Chamkrong y la Terraza de los Elefantes y el Rey Leproso. Almorzamos rápido porque después tenemos una de las visitas estrella, el famoso Angkor Wat, construido en el siglo XII y el mejor conservado de todos, así como Ta Prohm, que fue devorado por la selva.
Tras estas apasionantes visitas el día acabará con un espectáculo de baile Apsara, una tradición milenaria que se pensaba que traía buena fortuna.

Día 14: Siem Reap - España. Hasta la vista Indochina

El viaje ha llegado a su fin y el desayuno en el hotel es el momento perfecto para compartir las experiencias con los compañeros de viaje y repasar el recorrido por la antigua Indochina, un rincón del mundo lleno de contrastes, con bellos paisajes rurales y urbanos; con antiguas tradiciones que conviven con modernos móviles; la naturaleza y la mano del hombre en una simbiosis de gran belleza…. Ahora empieza otra historia, la de ordenar los recuerdos para poder contagiar a familiares y amigos el entusiasmo por una zona del mundo a la que sin duda hay que volver.

Día 15: De regreso a casa

¡Buen viaje de vuelta a casa! Esperamos que todo haya ido bien, hayas disfrutado y vivido experiencias maravillosas, ¡seguro que querrás repetir! Así que no es un “adiós”, sino un “¡hasta la próxima!”.