Alemania: Alemania y Austria: de Múnich a Viena

Si por algo es conocido Múnich en el mundo es por su famoso Oktoberfest. Las cifras son apabullantes. La cita alemana consagrada a la cerveza, la gastronomía alemana y la diversión es el festival de la cerveza más famoso del mundo; el festival más visitado y uno de los más antiguos.

En cada edición, más de seis millones de personas llegadas de todos los continentes son testigos de esta animada fiesta. Este histórico evento, que se celebra en el campo conocido como Theresienwiese (Campo de Teresa) se inaugura cuando el alcalde, escoltado por caballos, abre el primer barril de cerveza. A continuación, tiene lugar un colorido desfile con trajes tradicionales. Esta festividad única el mundo cuenta con espectáculos musicales y numerosas atracciones de feria. Su celebración está llena de sabor local y es apta para todos los públicos. No dejes de beber litros de cerveza y degustar deliciosos platillos tradicionales mientras disfrutas de un ambiente alegre y festivo.

Durante tu viaje a Alemania no puedes perderte el idílico Castillo de Neuschwanstein, que aparece como un espejismo en lo alto de una montaña cubierta de bosques. Una mítica imagen que te sonará familiar, ya que esta fortaleza singular sirvió de inspiración para la creación de la película de ficción de la Bella Durmiente de Disney.

El castillo, que se alza entre los Alpes Bávaros y frondosos bosques salpicados de lagos, está cargado de fantasía y de evasión romántica. Se encuentra en la localidad de Schwangau, a unos 4 kilómetros de Füssen, a 5 de la frontera con Austria y a 120 de Múnich. Nos encontramos ante un castillo singular, cuyas torres y murallas se fusionan con su idílico entorno. Fue edificado en 1886 por deseo expreso de Luis II de Baviera, justo cuando estos edificios no eran ya necesarios. Se trata de una colosal obra de granito gris y blanco de espectacular belleza. El castillo combina elementos neogóticos y neorrománicos con un estilo arquitectónico propio del siglo XIX. Descubre el “Nuevo cisne de piedra” y adéntrate en uno de los monumentos más visitados de Alemania y, por supuesto, más fotografiados. Recorre las estancias del castillo y experimenta una asombrosa unión entre pasado y modernidad; entre el arte historicista alemán y las evocaciones a la música de Wagner y a las legendarias historias épicas germanas. No dejes de visitar la fastuosa “Sala de los cantores”, los bellos murales del ábside de la “Sala del Trono” o el lujoso dormitorio de Luis II.

Uno de los principales atractivos de Innsbruck es el funicular Hungerburg. Este “tranvía aéreo” sale de la estación de Congress, cerca del Palacio Imperial, para trasladarte a la cima de la cordillera Nordkette, que forma parte del parque natural de Karwendel, el más grande del país.

Desde arriba, las vistas dejan sin respiración. A un lado, la capital de los Alpes a tus pies. Al otro, la zona más extensa del Tirol. Desde las estaciones superiores del funicular salen, además, numerosas excursiones a bellos parajes alpinos. En 2007, se inauguró un nuevo funicular, diseñado por la reconocida arquitecta Zaha Hadid. Inspirada por los paisajes nevados de la zona, Hadid ha convertido las estaciones de Congress, Löwenhaus, Alpine Zoo y Hungerburg en espectaculares glaciares de hielo que siempre sorprenden a los visitantes.

Cuando llegues a esta pequeña localidad tirolesa entenderás que el apelativo de “el más bonito” no es para nada exagerado. Alpbach está rodeada de prados inmensos, cubiertos de nieve en invierno, y de un manto de hierba verde brillante en verano.

Sus casas típicas son todas de oscura madera labrada y los vecinos compiten entre ellos por tener los balcones de flores más exuberantes. Una ley urbanística posterior a la Segunda Guerra Mundial estableció cómo debía regirse la construcción de estas casas. Así, por ejemplo, los tejados no pueden tener una inclinación que no sea de 45 grados y las ventanas han de ser todas cuadradas. Solo dos edificios rompen la bucólica estética tirolesa de Alpbach: la Iglesia de la Sagrada Oswald, que aunque data del siglo XIV, tiene una fachada barroca rococó, y el palacio de congresos de la localidad.

No te vayas de Salzburgo sin ver la casa natal de Wolfgang Amadeus Mozart, el hijo predilecto de la ciudad. En el número 9 de la calle Getreidegasse, en el tercer piso, el músico y compositor vivió con sus padres y hermana durante 26 años, hasta 1773.

El recorrido por la vivienda burguesa, de aproximadamente una hora de duración, recorre distintos ángulos de la vida de Mozart: su infancia como niño prodigio, los interminables viajes, su misteriosa muerte. En las habitaciones originales encontrarás además muchos de sus objetos personales, como el violín infantil con el que Mozart aprendió a tocar, su clavicordio, cartas familiares y retratos, entre otros. Al terminar la visita, pásate por el Café Konditorei Fürst y prueba la “la bola de Mozart”, un rico mazapán cubierto de chocolate negro inventado por el pastelero Paul Fürst en 1890. ¡La versión de Mozart más deliciosa!

La tarta Sacher, o Sachertorte, es un delicioso dulce que no deja a nadie indiferente. Primero, por el increíble sabor de su bizcocho y glaseado de chocolate negro y la fina capa de mermelada de albaricoque de su interior. Y segundo, por su historia, no exenta de polémica.

La tarta Sacher fue creada por el repostero Franz Sacher en 1832. Pero fue su hijo, Eduard, quien la hizo famosa y comenzó a comercializarla, primero, en la elegante pastelería Demel y después en el hotel de lujo Sacher que abrió posteriormente. Por eso, ambos establecimientos se han disputado siempre la autoría de su receta y siguen siendo los mejores donde deleitarse de este riquísimo postre, que se sirve con una bola de crema chantilly. Te proponemos que pruebes los dos y juzgues por ti mismo.

No hay mejor forma de trasladarse en el tiempo, que imaginarse cómo vivían sus personajes y cuáles eran sus rutinas y hábitos.

El museo de Carruajes Imperiales alberga una de las principales colecciones de vehículos históricos del mundo, entre carruajes, sillas, trineos y otros vehículos. Allí te trasladarás a los siglos XVIII y XIX, y descubrirás cómo era la vida en la corte austríaca, sus coronaciones, bodas, viajes e incluso cortejos fúnebres. Un interesante recorrido, desde las opulentas carrozas barrocas y hasta los comienzos del automóvil. La carroza infantil del hijo de Napoleón, que era tirada por dos ovejas merino, la carroza de coronación de los Habsburgo, o el único automóvil imperial conservado, de 1914. Y todo ello, acompañado de pinturas y objetos personales de los protagonistas. Aprovecha después para darte un paseo por los preciosos jardines del Palacio Schönbrunn, considerado el Versalles vienés, y donde se sitúa el museo.

Si existe un paraíso para los melómanos, ése es sin duda Viena. La ciudad respira música en cada rincón y propone cada día a locales y visitantes decenas de planes extraordinarios.

Rememora el Concierto de Año Nuevo y acércate a la Gran Sala Musikverein, conocida como la Sala Dorada por su suntuosa decoración, donde se ofertan conciertos clásicos de alto nivel todos los días. En la Wiener Konzerthaus la diversidad musical es mayor, con un repertorio que va desde la Edad Media y el Renacimiento, hasta el jazz y músicas del mundo. La propuesta musical alcanza también a lugares sacros, como la catedral de San Esteban o la Iglesia de San Carlos, donde la belleza de la acústica alcanza niveles extraordinarios. La Ópera Nacional es otra de las opciones musicales, con producciones de primera categoría y un variado programa que cambia prácticamente a diario y que va desde el Barroco al siglo XXI.