Tailandia: Bangkok, alrededor de Tailandia y Krabi
Siente latir el corazón de Tailandia
Conoce el viajeTailandia: Bangkok, alrededor de Tailandia y Krabi
- Duración
- 14 días
- Tipo de circuito
- Gran Viaje
Durante tu gran viaje a Tailandia, no faltará ninguna de las emociones que le pides a una verdadera aventura: navegarás en lancha por un río, visitarás templos budistas llenos de misticismo, conocerás ciudades que antaño fueron las capitales de un gran imperio, verás de cerca y tocarás animales salvajes, pondrás los pies en un lugar donde se juntan tres fronteras, y tendrás la oportunidad de saludar a las legendarias “mujeres jirafa”.
No te conformes con conocer Tailandia a medias, este circuito lo tiene todo
La grandeza de Tailandia reside en los increíbles contrastes que regala a las miradas del viajero. Aquí, una enorme ciudad llena de frenética actividad. Allí, una reserva natural donde la flora y la fauna silvestres parecen no haber sido nunca tocadas por el hombre. Y más allá, un templo budista en el que los monjes se dedican a orar en silencio. Así es Tailandia, y así la conocerás en este gran viaje: la magia de Ayutthaya y Sukkhothai, las antiguas capitales del reino de Siam; los elefantes del campamento de Mae Tang; las tres fronteras que se cruzan en el Triángulo de Oro; los traviesos monos de Lopburi; las orquídeas de la granja de Sai Nam Phung, o el poblado donde viven las asombrosas “mujeres jirafa”.
Emociones nuevas en tu viaje
Si la comparamos con Bangkok, Chiang Mai puede parecer una ciudad diminuta, sin embargo está considerada la capital del norte de Tailandia, gracias a su patrimonio cultural, a su atractivo turístico y a los espacios naturales que se encuentran en sus alrededores. Con una población de cerca de 150.000 habitantes, Chiang Mai fue antaño la capital del reino de Lanna, por lo que puede presumir de sus templos, palacios y edificios históricos.
El templo budista de Wat Chiang Man es el más antiguo de la ciudad, y uno de los más visitados. Fue mandado construir por el rey Mengrai a finales del Siglo XIII, y se conserva en muy buen estado. Su estupa está rodeada por 16 elefantes tallados en piedra, y en su interior hay dos imágenes sagradas de Buda. Por su parte, el templo de Chedi Luang es famoso por ser el lugar que albergó durante años el Buda Esmeralda que hoy se puede ver en Bangkok. Además, cuenta con una estupa que supera en altura a la de Wat Chiang Man. También merece la pena visitar el templo de Wat Phra Singh, para ver la imagen de Buda que allí se encuentra, la más importante y sagrada de Chiang Mai. Capítulo aparte merece el templo de Wat Phrathat Doi Suthep. Cuenta la leyenda que hace muchos años se colocó una reliquia del mismísimo Buda sobre un elefante, y se le dejó caminar y caminar hasta que se detuvo para barritar y, a continuación, acostarse. Este santuario fue construido, precisamente, en el lugar donde lo hizo. El templo está a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, por lo que desde él se puede disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad y sus alrededores.
A la lista de templos budistas que hemos repasado habría que añadir algunos más, como los de Wat Phan Tao, Wat Prasat, Wat Suan Dok o Wat Chet Yot, siempre y cuando nuestra agenda viajera lo permita. En cualquier caso, no todo en Chiang Mai ha de ser espiritualidad, cultura e historia. Una buena idea para terminar el día es pasarse por el bazar nocturno de la ciudad. Entre sus incontables puestos se pueden encontrar productos y mercancías de todo tipo, desde trajes tradicionales tailandeses hasta frutas tropicales, pasando por zapatos, relojes, objetos de artesanía local, telas de mil colores y antigüedades de lo más variopinto.
Existe un lugar mágico en medio de la gran llanura central de Tailandia, un sitio lleno de historia y de leyendas en el que todo viajero debería detenerse durante su camino hacia el norte del país. Se trata del parque histórico de Sukhotai, un sitio arqueológico en el que se pueden contemplar los vestigios de la que fuera primera capital del reino de Siam.
Este parque, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991, tiene aproximadamente 70 kilómetros cuadrados de superficie, y en su interior hay un total de 193 edificios que datan de la época en que Sukhotai era la capital del reino de Siam (1257-1379). Entre ellos, destacan el Museo Nacional Rama Khamhaeng, que alberga numerosos objetos históricos encontrados entre las ruinas de la ciudad, y el templo Wat Mahathat, el más importante de los que se encuentran en el interior del recinto. Resulta impresionante la imagen de Buda sentado que se puede ver en la parte oriental del templo. Además de estos dos edificios, merece la pena visitar los restos de otros santuarios, como los de Wat Si Sawai, Wat Sra Si o Wat Chana Songkram. Dadas las dimensiones del parque histórico de Sukhotai, la mejor forma de conocer sus ruinas y sus senderos parcialmente cubiertos de vegetación es en bicicleta. El medio de transporte tailandés por excelencia ayudará a convertir la jornada en una experiencia inolvidable.
Uno de los edificios más importantes, visitados y fotografiados del parque histórico de Sukhotai es el templo Wat Si Chun. Aunque no se encuentra en el interior del recinto, este santuario es una visita obligada para todo aquel que se acerque a conocer el parque. El paso de los siglos ha hecho mella en el templo, y tanto su techo como las partes superiores de algunas de sus columnas han desaparecido. Sin embargo, la enorme imagen de Buda se mantiene prácticamente en perfecto estado. Sus 15 metros de altura la convierten en una estatua colosal, y una estrecha escalera disimulada en el muro permite ascender hasta la cabeza de Buda. Esta enorme escultura de color blanco recibe el nombre de Phra Achana, que viene a significar “el que no se asusta”.
Ochenta kilómetros al norte de Bangkok, y a la orilla del Chao Phraya, en el mismo río que atraviesa la capital del país, se encuentra Ayutthaya o, mejor dicho, las dos Ayutthayas. Por un lado, está la ciudad nueva, moderna y llena de edificios representativos, que bulle de frenética actividad a todas las horas del día. Y, por otro, está el Parque Histórico de Ayutthaya, un lugar lleno de magia e impregnado del aroma del incienso y de la historia, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991. En él podemos contemplar los vestigios de la grandeza que tuvo esta ciudad en la época en que era capital del reino de Siam, entre los que destacan sus impresionantes templos.
Wat Phra Sri Sanphet es uno de los más visitados, y el más fácil de reconocer gracias a sus tres torres o chedis, dos de ellas construidas por Ramathibodi II para albergar los restos mortales de su padre y de su hermano. Posteriormente, Bomromracha IV mandó levantar la tercera para conservar los restos del rey que había iniciado la obra. Antiguamente había un Buda de 16 metros de alto recubierto de oro, pero la invasión birmana la hizo “desaparecer”. Otros templos que merece la pena visitar dentro del Parque Histórico de Ayutthaya son el de Wat Mahathat, o Templo de la Gran Reliquia, entre cuyas ruinas se puede ver una cabeza de Buda inexplicablemente sujeta por las raíces de un árbol; el de Wat Chaiwatthanaram, que cuenta con una torre principal o prang de 35 metros de altura y con más de 100 figuras de Buda, muchas de ellas decapitadas por los soldados birmanos, y el Templo Yai Chai Mongkhon, uno de los mejor conservados del parque y que alberga una colosal escultura de Buda recostado.
Lo cierto es que el Parque Histórico de Ayutthaya es el principal reclamo turístico de este lugar, pero no por ello debemos olvidarnos del patrimonio cultural y de los sitios de gran interés que alberga la ciudad nueva de Ayutthaya. En ella podemos encontrar el Museo Nacional Chao Sam Phraya, que cuenta con una impresionante colección de objetos de la época en que Ayutthaya era la capital del reino de Siam. También está el Palacio Real Bang Pa-in, que pese a su nombre no es la residencia de ningún rey, sino que se usa para algunos actos solemnes muy espaciados en el tiempo, por lo que está abierto al público. Y, por supuesto, el divertido y bullicioso mercado flotante de Khlong Sra Bua, que cuenta con más de 200 puestos en los que se puede comprar todo tipo de artículos, desde objetos de artesanía hasta frutas y verduras de la región.
Esta es, con toda seguridad, una de las experiencias más memorables de todas las que vivirás en tu gran viaje a Tailandia. Conocerás de primera mano el poblado de las llamadas “mujeres jirafa”, y podrás fotografiar -y retener en la memoria para siempre- la imagen de sus cuellos larguísimos, envueltos en varios anillos de metal.
Cuando son niñas, las hembras de la tribu Padaung, una rama de la etnia Karen, reciben su primer anillo metálico. A los cinco años de edad, sus padres deciden si se los pondrán o no, y a partir de ese momento se van añadiendo aros y más aros hasta que sus cuellos ya no den más de sí. Nunca se los quitan, ni siquiera para bañarse ni para dormir, y existe la creencia de que la mujer que no los lleve tendrá mala suerte en la vida, no gozará de buena salud y será propensa a las infidelidades. Aunque la sensación visual es que los cuellos de las mujeres jirafa son larguísimos, en realidad no lo son. Su longitud es la normal, lo que ocurre es que los aros de metal, que pueden llegar a pesar diez kilos en una mujer adulta, deforman la columna vertebral y los músculos de los hombros, hundiéndolos y provocando ese efecto tan curioso que les ha granjeado a las mujeres Padaung su sobrenombre de jirafas.
La historia de las mujeres jirafa es ciertamente peculiar, además de un tanto triste. En realidad no son tailandesas, sino birmanas. La etnia Karen, a la que pertenece la tribu Padaung, nunca ha reconocido la autoridad de los militares que han venido gobernando Myanmar durante las últimas décadas con mano de hierro. Por ello, los miembros de este colectivo han sufrido continuas represiones violentas, y buena parte de ellos huyeron en los años 80 y 90, buscando asilo en los campos de refugiados del norte de Tailandia. Debido a la popularidad de las mujeres jirafa entre los turistas, el gobierno tailandés permitió que muchas de ellas se establecieran en varias aldeas de la zona, para que los viajeros pudieran ir a conocerlas sin tener que entrar en un campo de refugiados. Actualmente, también se les permite vender recuerdos y souvenirs para subsistir. Lo que las mujeres jirafa no tienen de momento es nacionalidad ni estatus jurídico: no están reconocidas como ciudadanas birmanas ni como tailandesas.
Cuesta trabajo creer que una ciudad como esta, con una población de apenas 70.000 habitantes, pueda albergar tantos lugares de interés turístico. De todos ellos, seguramente sea el templo Wat Phra Kaew el más visitado y conocido. Al menos, es el santuario más sagrado para los habitantes de Chiang Rai. Otro templo muy recomendable es el Wat Rongkun, al que se le conoce como Templo Blanco porque está recubierto de miles de pequeños cristales que lo hacen resplandecer bajo la luz del sol.
Se empezó a construir en 1997 y, al igual que la Sagrada Familia de Barcelona, todavía está sin terminar. También de reciente construcción es el Templo Azul de Chiang Rai, o Wat Rong Suea Ten, un santuario a las afueras de la ciudad que combina con acierto los elementos típicos de la arquitectura tailandesa tradicional con ciertas reminiscencias barrocas. Y para acabar con esta triada de edificios de colores, otra visita interesante en Chiang Rai es la Casa Negra, un impactante conjunto de edificios proyectados por el vanguardista arquitecto Thawan Duchanee. Una experiencia verdaderamente inolvidable en Chiang Rai no estaría completa sin un paseo por el río Kok a bordo de un barco tradicional tailandés. Este es el medio de transporte perfecto para visitar las aldeas que salpican las orillas del río, en las que viven comunidades de algunas de las etnias locales, como la Karen o la Lahu.
Gracias a su ubicación en el extremo septentrional del país, Chiang Rai es el punto de partida perfecto para hacer una excursión al Triángulo de Oro. Este llamativo nombre hace referencia al lugar exacto donde se juntan las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar, y se encuentra a solo unos 70 kilómetros del centro de Chiang Rai. Hace años, era un lugar repleto de plantaciones de opio, que controlaban las mafias de la zona para elaborar heroína y exportarla a Europa y Estados Unidos. Las autoridades tailandesas, sobre todo la familia real, lucharon encarnizadamente contra estos narcos, hasta finalmente derrotarlos. Hoy en día, todas esas plantaciones han sido sustituidas por otras de frutas, verduras y flores, y las penas por tráfico de drogas en el país son de las más duras del mundo. El punto exacto donde coinciden las fronteras está en una elevación del terreno, por lo que se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de los tres países y del río Mekong. Río por el que, por cierto, se puede navegar en un barco tradicional para terminar de convertir la experiencia en un auténtico top del viaje.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en esta ciudad han demostrado que ha estado habitada permanentemente desde hace al menos 1.200 años. Esto la convierte en una de las ciudades más antiguas del país y, por tanto, una de las que cuentan con mayor patrimonio histórico y cultural. Pero en Lopburi, anteriormente conocida como Lavo, hay otro poderoso reclamo además de la historia y la arquitectura, los monos, que se cuentan por cientos y que campan a sus anchas por toda la ciudad.
El templo Phra Prang Sam Yot es, seguramente, el edificio más representativo de Lopburi, y uno de sus lugares más visitados. Fue construido por los jemeres en el Siglo XIII como un templo hinduista, y de hecho se considera que sus tres grandes torres, llamadas prangs, simbolizan a los tres dioses principales del hinduismo: Brahma, Visnú y Shiva. Algo similar ocurre con el templo Wat Phra Sri Mahathat: también fue construido por los jemeres, en este caso un siglo antes, y también tuvo un origen hinduista. Fue el rey Narai quien, en 1664, instauró el budismo en Lopburi y convirtió ambos santuarios en templos consagrados a Buda. Y precisamente a este monarca le debemos el Palacio Phra Narai Ratchaniwe, otro de los enclaves más importantes de la ciudad. Aunque no está bien conservado, en parte por culpa de los traviesos monos, todavía se aprecia la mezcla de elementos tradicionales de la arquitectura tailandesa con las influencias francesas, seña de identidad de los edificios construidos bajo el reinado de Narai.
Dado que uno de los preceptos de la religión budista es el respeto a todos los seres vivos, ni las autoridades ni los habitantes de Lopburi hacen nada para ahuyentar a los monos, que se han convertido en los auténticos amos de la ciudad. Tanto es así, que todos los años, durante la última semana de noviembre, se celebra el Lopburi Monkey Festival. La gente de Lopburi se echa a las calles para realizar ofrendas gastronómicas a estos simios, de forma que en cada esquina se amontonan cientos de monos que engullen las frutas y verduras que sus “conciudadanos” les han obsequiado. Además, se hacen procesiones y espectáculos de danza en honor a los animales. Todo muy festivo y divertido, y tan popular que atrae cada año a cientos de visitantes. Los monos están totalmente acostumbrados a las personas, así que no constituyen un peligro para los turistas. Pero, eso sí, conviene observarlos y fotografiarlos desde lejos, porque si se sienten amenazados o piensan que se les va a quitar la comida pueden reaccionar con agresividad.
No todo lo que merece la pena de un país ocupa las portadas de las guías de viaje, ni los lugares llenos de encanto atraen siempre la atención de los turistas. Y el ejemplo perfecto de ello es la ciudad y provincia de Nakhon Pathom, vecina de Bangkok y a medio camino entre la capital y Kanchanaburi.
Se trata de un área eminentemente rural, lo que supone un delicioso pero brutal contraste si acabamos de salir de las bulliciosas y abarrotadas calles de Bangkok. Por eso, si durante tu estancia en la capital dispones de tiempo libre y te apetece hacer una excursión original y alejada de los circuitos más turísticos, acercarte a Nakhon Pathom es una idea fantástica. La mejor forma de conocer la provincia, sus plantaciones y la vida cotidiana de sus habitantes es a bordo de una de las lanchas rápidas que recorren, a toda velocidad, el canal Maha Sawat. Otro de los principales atractivos de esta pintoresca provincia es su predilección por la flor de loto. Exótica y tremendamente bella, esta flor resulta casi hipnótica para los visitantes occidentales, por no estar habituados a contemplarla. En Nakhon Pathom se encuentra una de las granjas de lotos más grandes de Tailandia, que provee diariamente al Mercado de Flores de Bangkok de sus preciosas flores. Los cultivos de árboles frutales son otra de las características de la provincia, y por toda la zona se pueden ver cientos de huertos. En ellos, el pomelo es, de lejos, la fruta más habitual. Tanto, que en el resto del país se conoce a Nakhon Pathom como “la ciudad del pomelo dulce”.
Mientras que la provincia de Nakhon Pathom basa su encanto en el carácter rural de sus tierras y en la simpatía y hospitalidad de sus habitantes, la ciudad del mismo nombre cuenta con un elemento que, por sí solo, la hace muy atractiva. Se trata del Phra Pathom Chedi, la estupa más alta del mundo. Con sus 127 metros de altura, esta pagoda coronada por una colosal torre se ha convertido en un símbolo de la ciudad y en un reclamo para los viajeros que cuentan con tiempo libre en Bangkok o que se desplazan desde la capital hacia Kanchanaburi (o al revés). Phra Pathom Chedi es solo un ejemplo del rico patrimonio histórico y cultura de la ciudad de Nakhon Pathom, que puede presumir de su gran cantidad de templos budistas y tesoros arqueológicos. Además, esta ciudad cuenta con un zoológico, dos divertidos y pintorescos mercados flotantes llamados Rim Klong y Don Wai, y con varios mercadillos callejeros en los que regatear y comprar artículos de toda clase.
Durante muchos años una de las actividades favoritas de muchos turistas era la de pasear subidos a lomos de un elefante. Con los años va creciendo la conciencia social y cada vez hay más personas que quieren hacer un turismo respetuoso con el medio ambiente y con los animales. Visitar un santuario de elefantes es una fantástica manera de no renunciar a ver de cerca de estos fantásticos ejemplares a la vez que colaboramos para que tengan una vida mejor.
Un ejemplo es el Parque Natural de Elefantes en Chiang Mai. En este campamento cuentan con más de 40 ejemplares de paquidermos y también se hacen cargo de más de 400 perros, otros tantos gatos y más de una decena de búfalos. Este es el sitio ideal para cualquier amante de los animales. La mayoría de los elefantes han sido rescatados tras haber sufrido abusos por parte del ser humano, ya sea acarreando mucho peso o usados para conseguir dinero gracias a la simpatía que despiertan.
¿Sabías que un elefante come al día aproximadamente el 10 por ciento de su peso? Eso es más o menos 250 kilógramos de fruta al día. En este santuario el visitante les prepara la comida y los alimenta. También tiene la oportunidad de lavarlos y frotarles el lomo para que queden bien limpios, un momento que parece gustar especialmente a estas criaturas. En este parque tienen también como objetivo concienciar a los visitantes, para ello se apoyan en unos vídeos que muestran la realidad que aún se vive en algunas partes del país. De esta manera los viajeros pueden identificar cuándo se dan esos abusos y decidir no ser partícipes de ellos.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas
- Bangkok
- -
- Bangkok
- Desayuno.
- Bangkok
- Desayuno
- Bangkok
- Visita ciudad, Templos y Palacio Real
- Desayuno, almuerzo y cena
- Phra Nakhon Si Ayutthaya
- Paseo en lancha por el canal Maha Sawat
- Palacio de Verano
- Desayuno, almuerzo y cena
- Phitsanulok
- Parque Histórico de Ayutthaya
- Templo de los monos
- Desayuno, almuerzo y cena
- Sukhothai
- Chiang Rai
- Parque Histórico de Sukhothai
- Templo de Phitsanulok
- Desayuno, almuerzo y cena
- Chiang Mai
- Triángulo del Oro y Casa del Opio
- Wat Rong Khun conocido como Templo Blanco
- Templo Azul o Templo del Tigre Danzante
- Wat Doi Suthep
- Desayuno. Comida. Cena.
- Chiang Mai
- Santuario de elefantes
- Fábricas de artesanía
- Cena Kantoke
- Desayuno
- Krabi
- Desayuno.
- Krabi
- Desayuno
- Krabi
- Según itinerario
- España
¿Quieres saber más de Tailandia?
La cocina tailandesa es, actualmente, una de las más populares y mejor valoradas del mundo. En todas las grandes ciudades de Occidente surgen cada día nuevos restaurantes de cocina thai, que no hacen sino poner de manifiesto el peso culinario de esta insólita gastronomía.
El recetario tradicional del país es muy variado, y se caracteriza por la profundidad de sus sabores, por el empleo de hierbas aromáticas y especias en abundancia, y por lo picantes que pueden llegar a ser algunos de sus platos. La lista de ingredientes de la cocina thai no está sometida a los mismos límites que imponemos en Occidente, y sus chefs mezclan sin complejos los sabores salados con los dulces y los agrios. El arroz jazmín, el cilantro, la salsa de pescado, la leche de coco, los chiles y las frutas tropicales como la papaya, el mango o la lima keffir son algunos de los elementos que hacen de esta gastronomía una de las mejores del mundo. El más famoso de los platos tailandeses es el pad thai, unos fideos fritos con verduras o con carne, pero el abanico de combinaciones es casi infinito. Como valor añadido, hay que decir que por todo el país existen puestos de comida callejera, en los que disfrutar, a cambio de unos pocos bahts, de la auténtica gastronomía local.
Tailandia en general y Bangkok en particular se encuentran entre los mejores destinos del planeta para ir de shopping. Las tiendas, centros comerciales, mercados y bazares del país se cuentan por miles.
En la capital destacan CentralWorld, Siam Paragon, Terminal 21, Platinum Fashion Mall y MBK, centros comerciales lujosos, enormes y bien surtidos de todas las tiendas imaginables. Pero también están los comercios del casco histórico de estilo colonial de Phuket Town, las encantadoras tiendecitas de Fisherman’s Village, en Koh Samui, los mercadillos callejeros de Chiang Mai, de Krabi y de Chiang Rai, y, por supuesto, los pintorescos mercados flotantes que hay por todo el país. El de Damnoen Saduak, a las afueras de Bangkok, es uno de los más importantes, aunque también destacan los de Khlong Sra Bua, en Ayutthaya y los de Rim Klong y Don Wai, en Nakhom Pathom.
Es importante tener en cuenta que, si tus compras superan los 2.000 bahts, te puedes descontar el 7% de IVA en la misma tienda rellenando un impreso. Además, los turistas internacionales tienen un 5% de descuento. Los comerciantes a veces se “olvidan” de decirlo, pero si les refrescamos la memoria nos aplicarán la rebaja correspondiente.
Hay un gran número de días festivos en Tailandia, que por norma general combinan religión y diversión a partes iguales. Estas son algunas de las fiestas más importantes:
• 1 de enero. Aunque tienen su propio año nuevo, en las zonas más turísticas se celebra el comienzo del año para los occidentales por todo lo alto.
• 6 de abril. Se conmemora la toma de posesión del rey Rama I.
• 13-15 de abril. El Songkran es el Año Nuevo budista, y los tailandeses lo celebran haciendo guerras de agua por todo el país.
• 1 de mayo. Como nosotros, los tailandeses celebran el Día del Trabajo. Muchos comercios cierran.
• Mayo. Coincidiendo con la luna llena se celebra el Visakha Pucha, una fiesta budista.
• Luna llena de julio. Se conmemora el primer sermón de Buda, la fiesta se llama Asaha Pucha.
• 12 de agosto. Es el aniversario de la reina, y todo el país sale a la calle a celebrarlo con sus mejores galas.
• Luna llena de noviembre. Los tailandeses celebran el Loi Krathong poniendo pequeños barquitos con velas en los ríos, canales y lagos de todo el país.
• Última semana de noviembre. La ciudad de Lopburi rinde homenaje a los monos en el Lopburi Monkey Festival.
• 10 de diciembre. Día de la Constitución.
Para viajar a Tailandia, los ciudadanos de la Unión Europea no necesitan ningún visado ni permiso especial, siempre y cuando su estancia en el país vaya a tener una duración inferior a 30 días. El único requisito para entrar en el país es tener el pasaporte en regla y con una validez mínima de seis meses a partir de la fecha de entrada. Si piensas pasar en Tailandia más de 30 días, o si el motivo de tu viaje no es turístico, puedes informarte de las condiciones en la embajada del país en España.
Prácticamente en todos los comercios, hoteles y restaurantes de Tailandia se acepta el pago con las tarjetas de crédito más habituales, como Visa, MasterCard o American Express. Al menos, en las zonas habituadas a recibir turistas. No obstante, es aconsejable disponer de dinero en efectivo para las pequeñas compras en los mercadillos, en los puestos de comida callejera o en las tiendas de recuerdos de las aldeas rurales. Podrás sacarlo de los cajeros automáticos de los bancos con tu tarjeta de crédito, o en las ventanillas interiores presentando también tu pasaporte original o una fotocopia.
Para evitar problemas desagradables, lo mejor es apuntar en un papel o en el móvil los teléfonos de las entidades emisoras de tus tarjetas de crédito. Así, si se da el caso de que pierdas o te roben alguna, podrás llamar inmediatamente a tu banco y pedir que la bloqueen.