
Tailandia: Bangkok, Chiang Rai, Chiang Mai y Phuket
- Duración
- 11 días
- Tipo de circuito
- Gran Viaje


El recorrido que estás a punto de comenzar te dará la oportunidad de conocer algunos de los rincones más bellos, sobrecogedores e inolvidables de Tailandia: el Palacio Real y los templos de Bangkok, el Triángulo de Oro, la aldea donde habitan las mujeres jirafa, un campamento de elefantes, las paradisíacas playas de Phuket, las mágicas islas Phi Phi, y mucho, mucho más.
De la capital al norte, y desde allí a la preciosa isla de Phuket, en el extremo meridional de Tailandia. Un recorrido inolvidable.
Bangkok es una ciudad grande y, al mismo tiempo, una gran ciudad. Esta afirmación puede parecer un Perogrullo, una adivinanza o incluso un trabalenguas, pero no es ninguna de las tres cosas. Es una realidad como un templo. Y solo necesitarás unas horas en la capital de Tailandia para entender lo que estamos diciendo… Una vez que hayas visitado los lugares más emblemáticos de Bangkok, como el Palacio Real o los templos de Wat Traimit, Wat Pho y Wat Phra Kaew, te dirigirás hacia el norte, para conocer las ciudades de Chiang Rai y Chiang Mai. Su arquitectura, su naturaleza y los maravillosos enclaves que las rodean te dejarán, sin duda, una huella imborrable. Después, será el momento de volar hasta Phuket, al sur del país. Este paradisíaco lugar constituirá el escenario perfecto para culminar un viaje que jamás olvidarás.
Emociones nuevas en tu viaje
Es un dicho muy popular entre los chefs occidentales que antes siquiera de sacar una cebolla de la nevera hay que dar las gracias a Francia. A los cocineros de este país se les atribuye la invención y desarrollo de la gastronomía contemporánea. O, al menos, así es en Europa, porque en el resto del mundo hay que estar igualmente agradecido a los tailandeses. La forma de mezclar los ingredientes, el empleo de hierbas aromáticas como el cilantro o la albahaca, y la capacidad de crear platos salados, dulces y picantes a la vez han convertido a la cocina thai en una de las más prestigiosas, deseadas y copiadas del mundo.
La salsa de pescado, el arroz jazmín o la leche de coco son ingredientes propios de la gastronomía tailandesa, aunque hoy en día están presentes en las recetas de la mayoría de los grandes restaurantes del planeta. Las sopas, agrias, dulces y picantes al mismo tiempo; los fideos fritos con carne o verduras, con los pad thai como máximo exponente, o las mil y una variaciones del curry rojo o verde son algunos de los platos más célebres de esta exótica, sabrosa y variada cocina. Como en toda Asia, el arroz es la base del recetario tradicional, pero en Tailandia se combina con muchos otros ingredientes con acierto y finura. Destacan los platos que incluyen frutas como la papaya, el mango o la lima keffir, y si no se está acostumbrado hay que tener cuidado con los que tienen entre sus ingredientes los chiles o guindillas thai, unas de las más picantes del mundo.

El concepto actual de street food no podría entenderse sin tener en cuenta la forma en que comen los tailandeses. Hay restaurantes de mantel, plato y servilleta en todas las ciudades del país, por supuesto, pero la base, la raíz de la gastronomía thai reside en sus puestos de comida callejera. Carritos con ruedas, mesas de quita y pon, barcas como la del mercado flotante de Damnoen Saduak?… Cualquier superficie es buena para servir un plato de pad thai, de curry verde con verduras o de pollo satay. Además, gracias al notable incremento en el número de turistas internacionales que recibe Tailandia cada año, se ha avanzado mucho en materia de higiene, que era el único punto débil de la comida callejera del país. Ahora lo normal es ver a los vendedores ambulantes con guantes, y las bandejas con alimentos cubiertas con tapas o con papel film.
Ubicado en el centro de la ciudad, a orillas del río Chao Phraya se encuentra el monumental Palacio Real de Bangkok, uno de esos lugares que son capaces, por sí mismos, de marcar un antes y un después en cualquier viaje. Igual que ocurre en España, el Palacio Real de Bangkok se emplea solo para realizar eventos oficiales y recepciones de mandatarios extranjeros; los reyes de Tailandia viven en el Palacio de Chitralada desde 1925.
Actualmente, este palacio es uno de los lugares más visitados de todo el país, y cuenta con una gigantesca superficie en la que podemos distinguir varias zonas bien diferenciadas. En la parte del palacio llamada Phra Maha Prasat se encuentran los edificios más antiguos del recinto, mandados construir por el rey Rama I, el mismo que hizo levantar el palacio en el año 1782. Por su parte, la zona Phra Maha Chakri alberga una serie de pequeños palacios que el rey Rama V ordenó construir a un grupo de arquitectos extranjeros. De ahí que su aspecto combine los elementos tradicionales tailandeses con ciertas influencias europeas. Por último, está la zona llamada Phra Maha Monthien, la más importante desde el punto de vista político, ya que en ella se encuentra la que fuera residencia del monarca, y es el lugar donde se corona a cada nuevo rey. Además de estas tres zonas, dentro del recinto del Palacio Real también podemos visitar el majestuoso templo de Wat Phra Kaew, en cuyo interior se encuentra el Buda Esmeralda, una imagen sagrada tallada en jade, y pasear por los preciosos jardines Siwalai.

El pueblo tailandés se caracteriza por su amabilidad y simpatía. Lo normal es ver siempre una sonrisa en el rostro de la persona que tenemos delante, y recibir un trato cordial y toda la ayuda que necesitemos. No obstante, en cualquier ciudad del mundo acostumbrada a recibir turistas proliferan los “espabilados” que intentan sacarse un sobresueldo a costa de la inexperiencia de los viajeros. Aunque es un país muy seguro, y nadie pretenderá hacernos daño de ningún modo, es conveniente desconfiar de quienes nos den informaciones inesperadas o poco creíbles. Por ejemplo, en las inmediaciones del Palacio Real o de algunos de los templos de Bangkok puede haber hombres que nos digan que el monumento se encuentra cerrado por obras o por alguna festividad, pero que pueden ofrecernos una visita alternativa a algún otro lugar. Previo pago, por supuesto. Lo mejor, por tanto, es asegurarnos por nosotros mismos de que lo que nos dicen es cierto antes de sacar la cartera.
Más del 90% de los tailandeses profesan la religión budista, de manera que existen cientos de templos consagrados a este culto por todo el país, y en Bangkok, su capital, podemos encontrar algunos de los más bellos y singulares. El de Wat Pho, concretamente, es además uno de los lugares más visitados de todo el territorio tailandés. Conocido como el Templo del Buda Reclinado, con más de 200 años de antigüedad.
En su interior se pueden ver más de 1.000 imágenes de Buda, pero sin duda la que más miradas atrae es la que da nombre al santuario: el Buda reclinado de Wat Pho es, con sus 26 metros de largo y 15 de alto, el más grande de Tailandia. Está hecho de ladrillo y estuco, y recubierto de un baño de oro. Por su parte, el Buda del Templo de Wat Traimit sí es de oro macizo, aunque sus dimensiones son bastante más moderadas: mide solo tres metros de alto y pesa más de cinco toneladas. Este templo se encuentra a poca distancia del primero, y también junto a la orilla del río Chao Phraya. Otro de los templos más importantes de Bangkok es el de Wat Phra Kaew, un impresionante santuario que se encuentra dentro del recinto del Palacio Real, y que es famoso por albergar el Buda Esmeralda. Esta imagen, tallada en jade, es la más sagrada del país, ya que se trata de un Buda protector. Mide 66 centímetros de alto, y aunque cualquier persona puede entrar al templo y contemplarla, solo el rey de Tailandia tiene potestad para tocarlo.

Los templos de Wat Pho, Wat Traimit y Wat Phra Kaew son algunos de los más célebres y visitados de Bangkok, pero no son ni mucho menos los únicos. Hay un gran número de santuarios en la ciudad, y todos ellos merecen la pena si se cuenta con el tiempo suficiente. Un buen ejemplo es el de Wat Arun, también llamado Templo del Amanecer. Su cercanía al río y su arquitectura singular lo convierten en uno de los edificios más fotografiados de toda Tailandia. Está coronado por una torre de 82 metros de altura a la que se puede subir (a pie, por supuesto) y disfrutar de las mejores vistas imaginables de la ciudad. El Templo de Mármol, o Wat Benchamabophit, es otro de los santuarios más recomendables de Bangkok. Mezcla los elementos tradicionales de la arquitectura tailandesa con las influencias europeas, y en su claustro hay más de 50 estatuas de Buda hechas en bronce. Los templos de Wat Suthat, con su columpio gigante, el de Wat Mahathat Yuwarat, o Templo de la Gran Reliquia, y el de Wat Saket, o Monte Dorado, completarían la lista de los templos más importantes de Bangkok.
La de los elefantes caminando en medio de la selva es, sin duda, una de las primeras imágenes que acuden a nuestra mente cuando pensamos en un viaje a Tailandia. Pues bien, en el Maesa Elephant Camp, cerca de la ciudad de Chiang Mai, esa imagen se hará realidad. Tanto, que se convertirá en uno de los recuerdos más bonitos e imborrables de nuestra aventura en el sudeste asiático.
Este centro, fundado en 1976, acoge a un gran número de elefantes, los domestica y los educa para que aprendan a realizar trabajos pesados, como mover rocas grandes o troncos de árbol. Al mismo tiempo, estos paquidermos son adiestrados en distintas disciplinas artísticas, para que puedan ofrecer a los visitantes un espectáculo realmente insólito. Algunas de las cosas que los elefantes han aprendido a hacer son jugar al fútbol, tirarse al suelo y fingir que están dormidos, o bailar. Sí, sí, bailar. Aunque parezca increíble, estos enormes animales han aprendido a realizar una danza ciertamente graciosa al ritmo de la música. Pero eso no es todo: los mahuts, o entrenadores de elefantes, les han enseñado a manejar sus trompas con tal precisión que los paquidermos son capaces de coger objetos pequeños y frágiles y cambiarlos de sitio, masajear a los cuidadores delicadamente, y sujetar un pincel y moverlo sobre un lienzo hasta conseguir un resultado asombrosamente artístico. Los elefantes más pequeños incluso pueden lanzar dardos con la trompa y clavarlos en una diana. Para redondear la experiencia, el Maesa Elephant Camp ofrece a los visitantes la oportunidad de dar un paseo por el bosque y atravesar el río a lomos de uno de estos simpáticos animales.

Existen dos especies de elefantes en el mundo: los africanos (Loxodonta africana) y los asiáticos (Elephas maximus). Lógicamente, los que podremos conocer en el Maesa Elephant Camp son de esta última. Son fáciles de distinguir, porque son de menor tamaño, presentan dos bultos en la cabeza, y sus orejas son más pequeñas que las de los africanos. Se calcula que existen alrededor de 500.000 elefantes africanos y solo 30.000 asiáticos, por lo que se la considera una especie en peligro de extinción. Aunque son famosos por su gran memoria, y tienen muy desarrollados los sentidos del oído y del olfato, los elefantes no pueden presumir de su vista. Solo ven con claridad los objetos que se encuentran a distancias inferiores a diez metros, y prácticamente no ven nada a partir de 20. Su corazón late muy despacio, a menos de 30 pulsaciones por minuto, pueden llegar a ingerir hasta 300 kilos de comida diariamente, y aunque su copulación dura solo 20 segundos, su periodo de gestación es de 22 meses.
Si la comparamos con Bangkok, Chiang Mai puede parecer una ciudad diminuta, sin embargo está considerada la capital del norte de Tailandia, gracias a su patrimonio cultural, a su atractivo turístico y a los espacios naturales que se encuentran en sus alrededores. Con una población de cerca de 150.000 habitantes, Chiang Mai fue antaño la capital del reino de Lanna, por lo que puede presumir de sus templos, palacios y edificios históricos.
El templo budista de Wat Chiang Man es el más antiguo de la ciudad, y uno de los más visitados. Fue mandado construir por el rey Mengrai a finales del Siglo XIII, y se conserva en muy buen estado. Su estupa está rodeada por 16 elefantes tallados en piedra, y en su interior hay dos imágenes sagradas de Buda. Por su parte, el templo de Chedi Luang es famoso por ser el lugar que albergó durante años el Buda Esmeralda que hoy se puede ver en Bangkok. Además, cuenta con una estupa que supera en altura a la de Wat Chiang Man. También merece la pena visitar el templo de Wat Phra Singh, para ver la imagen de Buda que allí se encuentra, la más importante y sagrada de Chiang Mai. Capítulo aparte merece el templo de Wat Phrathat Doi Suthep. Cuenta la leyenda que hace muchos años se colocó una reliquia del mismísimo Buda sobre un elefante, y se le dejó caminar y caminar hasta que se detuvo para barritar y, a continuación, acostarse. Este santuario fue construido, precisamente, en el lugar donde lo hizo. El templo está a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, por lo que desde él se puede disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad y sus alrededores.

A la lista de templos budistas que hemos repasado habría que añadir algunos más, como los de Wat Phan Tao, Wat Prasat, Wat Suan Dok o Wat Chet Yot, siempre y cuando nuestra agenda viajera lo permita. En cualquier caso, no todo en Chiang Mai ha de ser espiritualidad, cultura e historia. Una buena idea para terminar el día es pasarse por el bazar nocturno de la ciudad. Entre sus incontables puestos se pueden encontrar productos y mercancías de todo tipo, desde trajes tradicionales tailandeses hasta frutas tropicales, pasando por zapatos, relojes, objetos de artesanía local, telas de mil colores y antigüedades de lo más variopinto.
Cuesta trabajo creer que una ciudad como esta, con una población de apenas 70.000 habitantes, pueda albergar tantos lugares de interés turístico. De todos ellos, seguramente sea el templo Wat Phra Kaew el más visitado y conocido. Al menos, es el santuario más sagrado para los habitantes de Chiang Rai. Otro templo muy recomendable es el Wat Rongkun, al que se le conoce como Templo Blanco porque está recubierto de miles de pequeños cristales que lo hacen resplandecer bajo la luz del sol.
Se empezó a construir en 1997 y, al igual que la Sagrada Familia de Barcelona, todavía está sin terminar. También de reciente construcción es el Templo Azul de Chiang Rai, o Wat Rong Suea Ten, un santuario a las afueras de la ciudad que combina con acierto los elementos típicos de la arquitectura tailandesa tradicional con ciertas reminiscencias barrocas. Y para acabar con esta triada de edificios de colores, otra visita interesante en Chiang Rai es la Casa Negra, un impactante conjunto de edificios proyectados por el vanguardista arquitecto Thawan Duchanee. Una experiencia verdaderamente inolvidable en Chiang Rai no estaría completa sin un paseo por el río Kok a bordo de un barco tradicional tailandés. Este es el medio de transporte perfecto para visitar las aldeas que salpican las orillas del río, en las que viven comunidades de algunas de las etnias locales, como la Karen o la Lahu.

Gracias a su ubicación en el extremo septentrional del país, Chiang Rai es el punto de partida perfecto para hacer una excursión al Triángulo de Oro. Este llamativo nombre hace referencia al lugar exacto donde se juntan las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar, y se encuentra a solo unos 70 kilómetros del centro de Chiang Rai. Hace años, era un lugar repleto de plantaciones de opio, que controlaban las mafias de la zona para elaborar heroína y exportarla a Europa y Estados Unidos. Las autoridades tailandesas, sobre todo la familia real, lucharon encarnizadamente contra estos narcos, hasta finalmente derrotarlos. Hoy en día, todas esas plantaciones han sido sustituidas por otras de frutas, verduras y flores, y las penas por tráfico de drogas en el país son de las más duras del mundo. El punto exacto donde coinciden las fronteras está en una elevación del terreno, por lo que se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de los tres países y del río Mekong. Río por el que, por cierto, se puede navegar en un barco tradicional para terminar de convertir la experiencia en un auténtico top del viaje.
Seguro que has visto alguna vez las playas de Phuket en fotos, en la televisión o en una de las numerosas películas que se han rodado en ellas. Pero hay algo que debes tener en cuenta: nada de lo que hayas visto antes se puede comparar con lo que te espera en este lugar. Los viajeros de todo el mundo coinciden en que estas costas se encuentran entre las más bellas del planeta, y estás muy cerca de descubrir por qué.
En general, las playas de Phuket se caracterizan por su arena blanca y por sus aguas cristalinas. Exceptuando alguna que otra cala recóndita y de difícil acceso, todas cuentan con buenos servicios, y con suficientes hoteles, restaurantes y cafeterías como para satisfacer la demanda del ingente número de viajeros que llegan a esta isla cada año. Empezaremos por la playa de Patong, por ser una de las más famosas de Phuket. Gracias al gran número de locales de ocio, bares, discotecas, restaurantes y complejos hoteleros que existen en las inmediaciones de esta playa, se ha convertido en todo un centro de peregrinaje de los juerguistas del mundo entero. Otra de las playas más célebres y concurridas es la de Karon Beach, elegida por miles de surfistas de todo el mundo para coger sus olas. Kata Beach, Kata Noi y Nai Harn Beach también se encuentran en la zona suroeste de Phuket, como Patong y Karon, pero son bastante más tranquilas y reciben menor cantidad de turistas. En el norte de la isla, las playas de Kamala Beach, Bang Tao y Mai Khao son las mejores, y las tres cuentan con varios resorts de lujo en las proximidades. En la costa este de Phuket hay muy pocas playas, y no tienen la calidad ni la belleza de las del resto de la isla, aunque cuentan con la ventaja de estar más y mejor protegidas del viento. Rawai Beach y Panwa son las dos más representativas de la zona.

Aunque acaparan casi todo el protagonismo dentro de la isla, hay mucho Phuket más allá de sus paradisiacas playas. Sabemos que no es fácil darle la espalda a su arena blanca, a sus aguas tranquilas y a esa línea del horizonte que nos hace desear que el viaje no acabe nunca… Pero si lo conseguimos, y damos el paso de intentar conocer el “otro Phuket”, nos llevaremos una grata sorpresa. Podemos ir a visitar el Gran Buda que se encuentra entre Chalong y Kata, que resulta impresionante por su color blanco y sus 25 metros de altura, o acercarnos a ver alguno de los templos budistas de la isla, como el Wat Khao Rang, o de los chinos, como el de Bang Neow, o el de Samkong. También puede resultar interesante adentrarse en el casco histórico de estilo colonial de Phuket Town y, por qué no, salir por la noche a tomar una copa en alguno de los cientos de locales que hay repartidos por toda la isla. Eso sí, teniendo especial cuidado con los de la zona de Patong, que tienen mala fama a causa de su ambiente sórdido y de la excesiva presencia de prostitutas.
Cuando tenemos varias opciones para elegir, a veces no es fácil tomar una decisión. Pero si entre esas opciones están las islas Phi Phi, todo se vuelve más claro. Este archipiélago que pertenece a la provincia de Krabi es capaz de ganar todos, o al menos casi todos, los duelos en los que se enfrente a otro destino del sudeste asiático. La espectacular belleza de este conjunto de islas ha hecho de ellas un punto imprescindible en la agenda de los viajeros de todo el mundo. Situadas al sur de Tailandia,en el Mar de Andamán, las islas Phi Phi son un grupo de pequeños paraísos que surgen en mitad del agua luciendo unas playas de película, montañas llenas de árboles y unos paisajes que quitan el hipo. Estés donde estés, si tienes ocasión, no pierdas la oportunidad de hacer una excursión para conocerlas.
De las cuatro islas que componen el archipiélago, hay dos que son notablemente más grandes: Koh Phi Phi Don y Koh Phi Phi Leh. Cuentan con más y mejores servicios, y son las que reciben mayor número de visitantes. La primera de ellas, Koh Phi Phi Don, es la más importante de las cuatro, y la única que está habitada. Aquí llegan los ferrys que vienen desde Phuket o Krabi, y hay muchos restaurantes, tiendas y escuelas de buceo, ya que este deporte es, junto con la escalada, el rey en las islas Phi Phi. Esto se debe a la asombrosa belleza de los arrecifes de coral que se encuentran bajo las cristalinas aguas de color esmeralda que rodean las islas. Koh Phi Phi Leh, por su parte, puede presumir de tener la playa más fotografiada de todo el país. Se trata de Maya Bay, el espectacular escenario donde se rodó la película ‘La Playa’, dirigida por Danny Boyle y protagonizada por Leonardo DiCaprio. Efectivamente, no era un decorado ni una simulación hecha con ordenador; ese lugar existe de verdad. Y está justo aquí.

Puede que sean más pequeñas y cuenten con un menor número de servicios, pero sería un terrible error pasar de largo ante las dos islas menores del archipiélago. Koh Yung, conocida como Mosquito Island, es todo acantilados, por lo que constituye un punto clave para los cientos de escaladores de todo el mundo que se desplazan cada año a Tailandia. Pero Koh Pai, que recibe el nombre de Bamboo Island, cuenta con una increíble playa de arena blanca y aguas cristalinas en el extremo noreste. Darse un baño, tomar el sol y dar un paseo en este paradisiaco lugar, contemplando cómo se refleja la luz del día en las aguas del Mar de Andamán puede ser la experiencia definitiva.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas.
- Bangkok
- Sin comidas.
- Bangkok
- Desayuno.
- Bangkok
- Desayuno.
- Bangkok
- Visita ciudad, Templos y Palacio Real
- Desayuno. Cena.
- Chiang Rai
- Desayuno. Comida. Cena.
- Chiang Mai
- Triángulo del Oro y Casa del Opio
- Wat Rong Khun conocido como Templo Blanco
- Wat Doi Suthep
- Desayuno. Comida. Cena.
- Chiang Mai
- Campamento de Elefantes
- Mujeres Jirafa
- Fábricas de artesanía
- Cena Kantoke
- Desayuno
- Phuket (Ciudad)
- Desayuno.
- Phuket (Ciudad)
- Desayuno.
- Phuket (Ciudad)
¿Quieres saber más de Tailandia?
La cocina tailandesa es, actualmente, una de las más populares y mejor valoradas del mundo. En todas las grandes ciudades de Occidente surgen cada día nuevos restaurantes de cocina thai, que no hacen sino poner de manifiesto el peso culinario de esta insólita gastronomía.
El recetario tradicional del país es muy variado, y se caracteriza por la profundidad de sus sabores, por el empleo de hierbas aromáticas y especias en abundancia, y por lo picantes que pueden llegar a ser algunos de sus platos. La lista de ingredientes de la cocina thai no está sometida a los mismos límites que imponemos en Occidente, y sus chefs mezclan sin complejos los sabores salados con los dulces y los agrios. El arroz jazmín, el cilantro, la salsa de pescado, la leche de coco, los chiles y las frutas tropicales como la papaya, el mango o la lima keffir son algunos de los elementos que hacen de esta gastronomía una de las mejores del mundo. El más famoso de los platos tailandeses es el pad thai, unos fideos fritos con verduras o con carne, pero el abanico de combinaciones es casi infinito. Como valor añadido, hay que decir que por todo el país existen puestos de comida callejera, en los que disfrutar, a cambio de unos pocos bahts, de la auténtica gastronomía local.
Tailandia en general y Bangkok en particular se encuentran entre los mejores destinos del planeta para ir de shopping. Las tiendas, centros comerciales, mercados y bazares del país se cuentan por miles.
En la capital destacan CentralWorld, Siam Paragon, Terminal 21, Platinum Fashion Mall y MBK, centros comerciales lujosos, enormes y bien surtidos de todas las tiendas imaginables. Pero también están los comercios del casco histórico de estilo colonial de Phuket Town, las encantadoras tiendecitas de Fisherman’s Village, en Koh Samui, los mercadillos callejeros de Chiang Mai, de Krabi y de Chiang Rai, y, por supuesto, los pintorescos mercados flotantes que hay por todo el país. El de Damnoen Saduak, a las afueras de Bangkok, es uno de los más importantes, aunque también destacan los de Khlong Sra Bua, en Ayutthaya y los de Rim Klong y Don Wai, en Nakhom Pathom.
Es importante tener en cuenta que, si tus compras superan los 2.000 bahts, te puedes descontar el 7% de IVA en la misma tienda rellenando un impreso. Además, los turistas internacionales tienen un 5% de descuento. Los comerciantes a veces se “olvidan” de decirlo, pero si les refrescamos la memoria nos aplicarán la rebaja correspondiente.
Hay un gran número de días festivos en Tailandia, que por norma general combinan religión y diversión a partes iguales. Estas son algunas de las fiestas más importantes:
• 1 de enero. Aunque tienen su propio año nuevo, en las zonas más turísticas se celebra el comienzo del año para los occidentales por todo lo alto.
• 6 de abril. Se conmemora la toma de posesión del rey Rama I.
• 13-15 de abril. El Songkran es el Año Nuevo budista, y los tailandeses lo celebran haciendo guerras de agua por todo el país.
• 1 de mayo. Como nosotros, los tailandeses celebran el Día del Trabajo. Muchos comercios cierran.
• Mayo. Coincidiendo con la luna llena se celebra el Visakha Pucha, una fiesta budista.
• Luna llena de julio. Se conmemora el primer sermón de Buda, la fiesta se llama Asaha Pucha.
• 12 de agosto. Es el aniversario de la reina, y todo el país sale a la calle a celebrarlo con sus mejores galas.
• Luna llena de noviembre. Los tailandeses celebran el Loi Krathong poniendo pequeños barquitos con velas en los ríos, canales y lagos de todo el país.
• Última semana de noviembre. La ciudad de Lopburi rinde homenaje a los monos en el Lopburi Monkey Festival.
• 10 de diciembre. Día de la Constitución.
Para viajar a Tailandia, los ciudadanos de la Unión Europea no necesitan ningún visado ni permiso especial, siempre y cuando su estancia en el país vaya a tener una duración inferior a 30 días. El único requisito para entrar en el país es tener el pasaporte en regla y con una validez mínima de seis meses a partir de la fecha de entrada. Si piensas pasar en Tailandia más de 30 días, o si el motivo de tu viaje no es turístico, puedes informarte de las condiciones en la embajada del país en España.
Prácticamente en todos los comercios, hoteles y restaurantes de Tailandia se acepta el pago con las tarjetas de crédito más habituales, como Visa, MasterCard o American Express. Al menos, en las zonas habituadas a recibir turistas. No obstante, es aconsejable disponer de dinero en efectivo para las pequeñas compras en los mercadillos, en los puestos de comida callejera o en las tiendas de recuerdos de las aldeas rurales. Podrás sacarlo de los cajeros automáticos de los bancos con tu tarjeta de crédito, o en las ventanillas interiores presentando también tu pasaporte original o una fotocopia.
Para evitar problemas desagradables, lo mejor es apuntar en un papel o en el móvil los teléfonos de las entidades emisoras de tus tarjetas de crédito. Así, si se da el caso de que pierdas o te roben alguna, podrás llamar inmediatamente a tu banco y pedir que la bloqueen.