
Sudáfrica: Kruger, Ciudad del Cabo y ruta Jardín
Toda la esencia de Sudáfrica en un solo viaje
Conoce el viajeSudáfrica: Kruger, Ciudad del Cabo y ruta Jardín
- Duración
- 11 días
- Tipo de circuito
- Safari


La esencia de Sudáfrica nos espera en un vibrante recorrido por todos sus rincones. Arrancamos en Johannesburgo, la ciudad más grande del país, a donde llegaremos en vuelo directo para hacer una primera incursión por libre. Una vez asentados, llega el momento de echarse a la carretera para conocer el parque nacional más famoso del país, el Kruger. En el camino, descubriremos los espectaculares paisajes de la provincia de Mpumalanga, especialmente toda la región que rodea al río Blyde. Una vez en la reserva, un guía de habla hispana nos acompañará en un fabuloso safari fotográfico montados en un todoterreno descapotable que nos permitirá contemplar en su hábitat natural a algunos de los animales más espectaculares de África como los leones, los rinocerontes o los elefantes. De vuelta a Johannesburgo, haremos un alto en el camino en Pretoria, donde haremos una visita panorámica por sus principales puntos de interés antes de tomar un avión con destino a Ciudad del Cabo.
“Antes de volar de vuelta a España, haremos un alto en el camino en Hermanus, un pintoresco pueblo de pescadores desde donde veremos ballenas sin salir ni siquiera al mar”
La impresionante urbe ‘comandada’ por el curioso Monte Table nos espera para que disfrutemos de dos días completos por nuestra cuenta o sumándonos a las excursiones que nos permitirán conocer, entre otros muchos lugares, la famosa Robben Island donde el premio Nobel de la Paz Nelson Mandela estuvo preso durante varios lustros. La última etapa de nuestro viaje nos lleva a recorrer la Ruta Jardín, una ruta espectacular llena de naturaleza e historia. Visitaremos el pueblo de Oudtshoorn, famoso por la cría de avestruces que podremos visitar, y nos adentraremos en las Cuevas Cango, una obra de arte de la naturaleza entre estalactitas y estalagmitas. En nuestro camino hacia la bella Knysna, disfrutaremos de un completo recorrido por el exuberante bosque de Tsitsikama. Y para acabar, antes de volver a Ciudad del Cabo para volar de regreso a España, haremos un alto en el camino en Hermanus, un pintoresco pueblo de pescadores desde donde podremos divisar ballenas mientras damos un paseo por su casco histórico.
Emociones nuevas en tu viaje
Oudtshoorn siempre ha sido la capital de los avestruces. Su clima caluroso y seco es perfecto para su cría y para el cultivo de alfalfa, elemento básico en su dieta. Así que a finales del siglo XIX, cuando las plumas de avestruz se pusieron de moda en la alta sociedad victoriana y eduardiana, la ciudad se lanzó a crear granjas de estos animales. Muchos de los empresarios de la zona se hicieron ricos con el comercio del avestruz, como bien podremos comprobar al pasear por la ciudad, donde todavía quedan varias de las llamadas mansiones de las plumas, consecuencia de este boom.
No en vano, se calcula que a principios del siglo XX se criaban en Oudtshoorn 750.000 avestruces. El negocio decayó tras la Primera Guerra Mundial pero reflotó a partir de 1970, aunque no como consecuencia de las plumas, sino de la piel y de la carne. Esta última está rica, es jugosa y no tiene colesterol, lo que le permite hacerse un hueco cada vez más grande en los mercados occidentales. En Oudtshoorn la mayoría de los restaurantes la sirven, así que no podemos irnos de allí sin probarla.

En 1870, una cría de avestruz costaba lo mismo que 1.000 litros de brandy.
Las aguas subterráneas crearon con sus cristalizaciones durante milenios una extraordinaria cavidad de estalactitas y estalagmitas sin igual en toda Sudáfrica. Situadas en el nacimiento de los Montes Swartberg, las cuevas Cango fueron descubiertas en 1870 por un pastor y exploradas después por Jacobus van Zyl, que encontró pinturas rupestres y objetos de piedra que certifican que el lugar estuvo habitado hace unos 15.000 años. En los años 70 se descubrieron dos cuevas más, aunque permanecen cerradas para conservar los cristales.
En la parte que sí está abierta al público, encontraremos formaciones calcáreas de nombre tan sugerentes como la "Aguja de Cleopatra" –de 9 metros de altura-, "la Bailarina" y "la Cascada Congelada". La más grande de todas es Grand Hill, de 107 metros de largo y 16 metros de altura. Un último apunte: debemos estar preparados para una intensa e incómoda humedad en el interior de las cuevas, en torno al 95%.
Además de visitar granjas de avestruces, en Oudtshoorn también existe la posibilidad de contemplar, con la misma tranquilidad, otro tipo de animales mucho más excitantes, como cocodrilos o guepardos. ¡E incluso acariciarlos! A tres kilómetros al norte de la localidad, se levanta el Cango Wildlife Ranch, uno de los principales criaderos de guepardos de África y una de las mejores instituciones protectoras del mundo. El recinto no está abierto al público, pero se puede acceder a una zona vallada especial y entrar en contacto con los guepardos más dóciles. Y ésa será sólo una de las múltiples experiencias en este rancho, donde también se puede jugar con cachorros de león o tigre, bucear en una jaula con cocodrilos o contemplar los curiosos hipopótamos pigmeos.
Caminando por unas pasarelas elevadas podremos divisar la gran cantidad de animales que este recinto acoge, como tigres de Bengala, leones, jaguares o pumas hasta llegar a 90 especies diferentes. Y para rematar la visita, nada mejor que un buen trozo de avestruz o de cocodrilo para saciar el apetito.
No se puede entender Knysna sin saber quién era George Rex, hijo ilegítimo del rey Jorge III de Inglaterra y la cuáquera Hannah Lightfoot, exiliada poco después de dar a luz. Rex llegó al sur de África en 1797 y se inventó todo tipo de excusas para seguir en Knysna: impulsó la industria de la madera, desarrolló un puerto para el carbón e incluso construyó un carguero con el nombre de la ciudad. Consiguió su objetivo, no volvió a Europa y murió en 1839 con diez mil hectáreas de algunas de las zonas más bellas de Sudáfrica en su poder.
Cuando lleguemos a la ciudad, que le recuerda constantemente, no podemos perdernos su laguna, auténtico corazón de Knysna. Sus 17 kilómetros de largo están alimentados por el estuario de un río y protegidos del mar por dos moles rocosas apodadas "las cabezas". Además de unas vistas excelentes, podremos hacer un recorrido por la fabulosa reserva natural de Featherbed, declarada Patrimonio de la Humanidad. Para movernos por ella, podemos optar por un paseo naturalista guiado de 2,5 kilómetros llamado Bushbuck Trail o una agradable travesía en barco.

Una visita a Knysna no estaría completa si no probamos las excelentes ostras que se producen en la laguna de la ciudad. Podemos encontrarlas en varios restaurantes de la localidad.
En Hermanus, no hace falta coger un barco y salir al mar para poder ver a las ballenas en acción. Basta con darse un paseo por el centro de la ciudad y mirar al mar. Si nuestra visita coincide con la temporada en la que miles de ballenas suben desde el auténtico sur hasta la costa del Cabo –entre junio y noviembre, especialmente en la segunda quincena de septiembre-, podremos contemplar con facilidad desde los pequeños promontorios o a la altura del agua. Hay decenas de puntos de vista y desde todos podremos disfrutar de estos enormes animales asomando el lomo, sacando la cola, resoplando o incluso haciendo piruetas.
Si tenemos buena suerte, podremos ver a decenas de ballenas en acción, así que conviene tener la cámara de fotos preparada. Hay ballenas azules, jorobadas y sobre todo francas, llamadas así por la facilidad con la que los arponeros podían atacarlas. De hecho, Hermanus tiene una gran tradición ballenera, como podremos comprobar en el Old Harbour Museum –que muestra, por ejemplo, viejos arpones y huesos de ballena- o escuchando al whale crier (pregonero de las ballenas), que hace sonar un instrumento que parece un alga seca para indicar, en función de un código basado en lo que duran los sonidos, en qué lugar exacto se pueden ver las ballenas.
El bosque costero del parque nacional de Tsitsikamma es, probablemente, el lugar que mejor define la Ruta Jardín. Este bosque tupido y salvaje que se arremolina entre ríos serpenteantes es el punto último del recorrido y deja para el final toda la exuberancia de una región espectacular. El parque, creado en 1964, tiene una extensión de 68 kilómetros y se adentra 5,5 en el mar, lo que permite que los buceadores encuentren un recorrido submarino único.
En tierra, las dos rutas más populares son la de Tsitsikamma y la de las Nutrias. La primera de ellas, de cinco días y 60 kilómetros, es relativamente sencilla y discurre por el interior. La segunda también dura cinco días y transcurre más cercana al mar -desde la desembocadura del río Storms hasta la excelente playa de Nature’s Valley- lo que permite contemplar delfines, focas, nutrias e incluso ballenas. En todo caso, hay decenas de kilómetros de senderos que se adentran en el bosque para disfrutar de un entorno único y encontrarse con antílopes y todo tipo de aves, como por ejemplo la colorida ave tropical de Knysna.

Si viajamos en invierno, tenemos que acercarnos a la estación de los vigilantes del parque, desde donde veremos olas de hasta seis metros golpeando el acantilado.
El navegante portugués Bartolomeu Dias fue el primer europeo que dobló el Cabo –diez años antes que Vasco de Gama- y en su honor Mossel Bay acoge un precioso museo que explica mil detalles sobre la historia de la navegación, en especial sobre la epopeya de Dias en 1487. Aunque los portugueses no se quedaron en Mossel Bay –se limitaron a plantar unas cruces de piedra y coger agua de una fuente- su llegada marcó la historia de la ciudad, tanto como para desarrollar un complejo museístico pensado para albergar una reproducción exacta de la carabela que utilizó Dias. El barco de 25 toneladas se construyó en Portugal y navegó hasta Sudáfrica para conmemorar el 500º aniversario y quedarse ya para siempre como símbolo del museo. Lo más destacado de la muestra, además de la carabela por la que podremos pasear y de la curiosa oficina postal en un árbol, son las vidrieras de Ria Kriek, que conmemoran los viajes de los primeros exploradores marítimos.
Además de fabulosos paisajes para fotografiar, Ruta Jardín nos ofrece varias historias curiosas en torno a algunos árboles. La más famosa nos lleva a Mossel Bay, que presume de contar con una de las oficinas de correos más antiguas y curiosas del mundo.
Según la leyenda, un marinero portugués llamado Pedro de Ataire dejó una carta metida en una bota vieja y al año siguiente, otro marinero luso la encontró escondida dentro de un árbol. Se sorprendió tanto que decidió montar una pequeña capilla y comenzar la tradición del Post Office Tree, desde donde aún hoy podrás enviar una carta o una postal con el matasellos de la única oficina de correos situada en un árbol. Otros árboles de la Ruta Jardín tienen historias menos agradables, como el roble situado en George, usado antes de 1834 para encadenar a los esclavos que iban a ser vendidos. Para completar nuestra ruta de árboles, no podemos perdernos el de Knysna, que nos llamará la atención por sus 33 metros de altura y cuatro de diámetro. Se calcula que tiene más de 800 años.

Y hablando de árboles, es obligado citar la leyenda del último elefante de la Ruta Jardín, que flota en torno al bosque de Knysna que bordea la laguna. Hace siglos, estos animales eran muy abundantes. Formaban parte de la misma especie que el resto de paquidermos africanos, pero tenían costumbres distintas y vivían en un hábitat muy diferente, el corredor boscoso que surgió por la evaporación del Índico en el tramo entre Ciudad del Cabo y Mozambique. Se creía que estaba extinguido hasta que en los años noventa se encontraron restos recientes de una pareja. Por eso hoy día aún se cree que es posible encontrarse con algún elefante que vive junto al mar.
El plan de viaje a tu alcance
- Sin comidas
- Johannesburgo
- Sin comidas
- Johannesburgo
- Desayuno y cena
- Mpumalanga Rural
- Kruger Parque Nacional
- Desayuno y cena
- Kruger Parque Nacional
- Safari de día completo
- Desayuno
- Johannesburgo
- Ciudad Del Cabo
- Panorámica de Pretoria
- Desayuno
- Ciudad Del Cabo
- Desayuno
- Ciudad Del Cabo
- Desayuno y almuerzo
- Oudtshoorn
- Visita a una granja de Avestruces
- Cuevas Cango
- Desayuno
- Knysna
- Visita del Bosque de Tsitsikama
- Desayuno
- Ciudad Del Cabo
- Ciudad Del Cabo
- Según itinerario
- España
¿Quieres saber más de Sudáfrica?
La cocina sudafricana se asienta sobre dos pilares: la gran variedad y calidad de sus materias primas y las influencias variopintas. Para explicar la primera, no hay más que observar la situación geográfica del país, con miles de kilómetros de costa entre el Océano Atlántico y el Océano Índico, con altas montañas, amplias extensiones de terreno para criar animales y cultivar todo tipo de verduras, hortalizas y frutas, climas diversos dentro del territorio… Por eso, en Ciudad del Cabo no podemos perder la posibilidad de probar pescado o marisco, en Knysna hay que saborear las ostras criadas en su laguna o a lo largo de todo el país podemos disfrutar de excelentes carnes, especialmente a la brasa, entre las que se incluyen algunas que seguramente no hayamos probado, como el antílope, la cebra o el búfalo. El segundo factor clave de la gastronomía sudafricana procede de la compleja historia del país: encontraremos influencias europeas procedentes de Holanda, el Reino Unido, Alemania o Portugal; indias –sobre todo en Durban, donde está la mayor colonia hindú del mundo-, malayas o chinas. Uno de estos platos que podremos probar en este maravilloso país es el bobotie, muy parecido a un pastel de carne pero especiado al estilo africano, utilizando el jengibre, limón, cilantro, curry, una mezcla maravillosa para los cinco sentido. Y los más golosos no podrán dejar de probar los koeksister, una especie de buñuelo con un toque a jengibre y bañados en sirope, un manjar para los más dulceros.
Una riqueza cultural tan grande como la que alberga Sudáfrica tiene, como lógica consecuencia, una amplia gama de trabajos artesanos y artísticos. Podemos encontrar joyas, alfarería, trabajos en madera o cuero, bonitos objetos de vidrio o ropas de bellos tejidos estampados. Además, no hay que olvidar que numerosos artesanos de otros países de África se acercan hasta Sudáfrica para vender sus obras a los viajeros, así que podremos encontrar una variedad aún más grande. Otro recuerdo excelente de nuestra visita a Sudáfrica puede ser una botella de vino: hay muchas tipos y bodegas donde elegir, especialmente en los alrededores de Ciudad del Cabo. En las grandes ciudades encontraremos grandes centros comerciales, en el centro o al borde del mar, además de mercados tradicionales.
•1 de enero: Año Nuevo.
•21 de marzo: Día de los Derechos Humanos
•Viernes Santo (el viernes anterior al Domingo de Gloria) - Abril
•Día de la Familia (el lunes siguiente al Domingo de Gloria) - Abril
•27 de abril: Día de la Libertad
•1 de mayo: Día del Trabajador
•16 de junio: Día de la Juventud
•9 de agosto: Día de la Mujer
•24 de septiembre: Día de la Tradición
•16 de diciembre: Día de la Reconciliación
•25 de diciembre: Navidad
•26 de diciembre: Día de la Buena Voluntad