Al llegar a Praga, basta con dar un primer paseo por los alrededores del hotel para darse cuenta de que esta ciudad tiene algo especial, de que no es una más dentro del entramado urbano del Viejo Continente. La capital checa, apodada “La Ciudad Dorada” y “La Ciudad de las 100 Torres”, está considerada una de las urbes más bonitas y pintorescas de Europa. ¿Quieres averiguar por qué?
Praga es, en sí misma, un motivo más que suficiente para coger un avión y viajar hasta la República Checa. Es más, la mayoría de los viajeros que eligen este país como destino lo hacen para conocer la Ciudad de las 100 Torres. Y no es para menos: estamos hablando de unas de las ciudades más bellas, románticas, pintorescas y encantadoras, no solo de Europa, sino del mundo entero. Praga cuenta con tantos atractivos que, a pesar de su moderado tamaño, son necesarios varios días para verlos todos. Uno de los más visitados es el Castillo de la ciudad, situado a muy poca distancia del centro histórico. Allí arriba el tiempo parece haberse detenido hace siglos, y el entorno nos invita a soñar con reyes, emperadores y aventuras medievales entre el castillo propiamente dicho y la impresionante catedral gótica de San Vito. El río Moldova vertebra la ciudad, y la llena de vida, convirtiendo sus orillas en hervideros de actividad y en puntos multitudinarios de encuentro para los praguenses y para los visitantes. En el margen occidental del río se extiende el barrio de Mala Strana, el más animado, joven y dinámico de Praga, repleto de cafeterías, cervecerías y locales de moda. Para pasar a la otra orilla del Moldova basta con cruzar alguno de sus numerosos puentes, entre los que destaca el precioso y celebérrimo Puente de Carlos. Y, hablando del Puente de Carlos, no podemos referirnos a Praga sin mencionar lugares tan populares y emblemáticos como la Plaza de la Ciudad Vieja (o Staroměstské Náměstí), la Iglesia de San Nicolás, la Torre de la Pólvora, la Sinagoga Española o el estremecedor Cementerio Judío de la ciudad. Pero que todo ese despliegue de bella arquitectura gótica no nos confunda: Praga es mucho más que imponentes edificios y patrimonio histórico y cultural. Los niños que viajan hasta la capital checa suelen ser los que mejor lo pasan de toda la familia, ya que la ciudad está llena de atractivos para los más pequeños: desde el Zoo de Praga hasta el pintoresco y divertido Parque Pruhonice, pasando por el emocionante trayecto en el funicular del Monte Petřín y las mil y una aventuras con las que pueden soñar en el Castillo de Praga…